jueves, 31 de diciembre de 2009

Zombi : Guia de supervivencia. Max Brooks (17)

Zombi : Guia de supervivencia. Max Brooks (17)

F.  Dinámicas sociales
Siempre han proliferado teorías de que los no muertos funcionan como una fuerza colectiva, como un ejército comandado por Satán o una colmena de algún tipo de insecto que se siente atraído por las feromonas; la idea más reciente afirma que consiguen consenso de grupo mediante telepatía. Lo cierto es que los zombis no poseen organización social de la que hablar. No hay jerarquía, no hay una cadena de mando, no se dirigen hacia ningún tipo de colectivización. Una horda de no muertos, sin tener en cuenta tamaño o apariencia, es, simple y llanamente, un grupo de individuos. Si cientos de gules convergen en el emplazamiento de una víctima, se debe a que cada uno se ha dejado llevar por su propio instinto. Los zombis parecen ignorarse entre ellos.
No se ha observado nunca que reaccionen a la visión de otro a ningún alcance. Esto nos devuelve a la cuestión de la percepción: ¿Cómo puede un zombi distinguir entre uno de los suyos y un humano u otra presa en el mismo campo de acción? Aún no se ha encontrado una respuesta. Los zombis eluden la presencia de otros zombis del mismo modo que eluden objetos inanimados. Cuando se chocan con otro de ellos, no expresan ningún intento de relacionarse o comunicarse. Los zombis que se alimentan del mismo cadáver tiran de la carne en repetidas ocasiones en lugar de apartar a empujones a sus competidores. La única sugerencia de esfuerzo en común se ha observado en ataques en grupo notorios: el gemido de un gul llamando a otros que puedan percibir tal sonido. Una vez que oyen el lamento, otros muertos andantes casi siempre convergen en su emplazamiento.
Un estudio antiguo expuso la teoría de que se trataba de un acto deliberado cuando un explorador usaba su gemido como señal para que los otros atacaran. Sin embargo, ahora sabemos que esto ocurre por puro accidente. El gul que gime cuando detecta a una presa lo hacen debido a una reacción instintiva, y no como alerta.

G. Cazar
Los zombis son organismos migratorios, no muestran aprecio alguno hacia el territorio o el concepto de
hogar.
Viajarán kilómetros y quizá, con el tiempo suficiente, cruzarán continentes en su búsqueda de comida. Su patrón de búsqueda es fortuito. Los gules se alimentan por la noche y durante el día. En realidad, más que buscar una zona de forma deliberada, se topan con ella. No detectan ciertas zonas ni edificios a no ser que en ellas haya alguna presa. Por ejemplo, algunos han buscado en granjas y otras construcciones rurales mientras que otros del mismo grupo han ignorado por completo aquel lugar. Las zonas urbanas requieren más tiempo para explorarlas, por eso los no muertos permanecen más tiempo en dichas áreas, aunque ningún edificio servirá de precedente sobre otro. Los zombis parecen ignorar totalmente lo que les rodea. Por ejemplo, no mueven los ojos de ninguna manera para obtener información sobre un nuevo objeto. Arrastran los pies en silencio, miran al infinito, deambulan sin rumbo fijo hasta detectar a la presa. Tal y como se ha discutido anteriormente, los no muertos poseen la extraña habilidad de dirigir un ataque a la localización exacta de la víctima. Una vez que se produce el contacto, el anteriormente callado y abstraído autómata se vuelve inmediatamente en la dirección de la víctima. La mandíbula cae, los labios se contraen y desde las profundidades de su diafragma surge un gemido. Una vez que se realiza el contacto, los zombis no pueden distraerse en modo alguno. Continuarán persiguiendo a la presa y pararán sólo si pierden el contacto, si realizan una matanza con éxito o si son destruidos.

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